Primavera en PARIS |
... L subió a mi piso con una sonrisa de oreja a oreja.
-Hoy es tu cumpleaños. Felicidades.
-Sabes que no me gustan los cumpleaños.- Dije yo.
-Tengo una sorpresa para ti. Ya verás, te va a encantar.
En ese momento un ramo de flores de colores entró por mi puerta. Yo miré a L, con cara de enfado. Me besó, y me dijo al oído:
-Pues esto no es nada comparado con el día que te he preparado.
Media hora después, nos encontrábamos en el jardín botánico de París, la primavera había empezado, y se respiraba un olor de flores. L me miraba con unos ojos esperanzados. Ya sabía mi historia con J, pero la de T no. No le había contado lo de Bruselas. Pero L me pidió que no se lo contara todavía.
L había desconectado nuestros dos teléfonos móviles, y me había preparado un picnic para comer. Meses atrás yo me hubiera asustado con el simple echo de algo como lo que L me había preparado. Pero con el todo era fácil.
Hablamos durante horas de nuestras vidas. Familia, amigos, amores... Había tenido una historia con una tal Anna, una chica neoyorquina, cómo él. Hablaba de ella con cariño, pero no pude evitar ver en sus ojos un resplandor de odio.
-Ella me rompió el corazón, estuvimos juntos desde el último año de instituto. Pero hace un año me dejó. Sin razón. La última vez que supe de ella fue la última vez que estuve en casa, en Nueva York. Vino a buscarme pidiéndome volver.
-Pero, ¿ella es buena para ti?
-Es sólo una chica enamoradiza, que ama a ciegas y temerariamente, incluso si eso la consume.- Dijo L.
-¿La sigues queriendo? -Pregunté.
-No, sólo le tengo cariño por todos los momentos que hemos compartido. Sabes que ahora mismo sólo pienso en ti. Me he enamorado de ti. Con la mayor intensidad que nunca he experimentado . De verdad, aunque suene cursi. Me parece a mi que te encanta que te lo diga...
-Cada vez me conoces mejor, - sonreí.
-Feliz cumpleaños. - Dijo L, y me dio una carpeta pequeña. Al abrirla descubrí que el regalo de cumpleaños que L me hacía tenía u doble significado.
Eran dos billetes de avión a NY. L quería que conociera a su familia.
Mi cuerpo esperó el escalofrío. Pero en cambio, sentí una felicidad inmensa. Miré a L y le dije:
-Es el regalo más apetecible que nadie podía hacerme. Y tu cumpleaños es en un mes. Te llevaré a conocer mi vida en España.
L sonrió con una de esas sonrisas suyas deslumbrantes. Y yo sentí, por primera vez en mi vida, que mi lugar estaba junto a él.
Justo en ese momento, recordé una frase de una de mis novelas favoritas: "Todas las cosas buenas, las trae el olor de la primavera".