...Ahí estaba L, mirándome con una mirada desconocida para mi. No pude identificar lo que sus ojos escondían hasta pasados unos segundos. Entonces caí en la cuenta. En sus ojos había pena, sorpresa y horror.
Pena, por darse cuenta de lo mal que me encontraba, sorpresa y horror por lo escuálida y la mala pinta que yo tenía.
No supe cómo reaccionar, solo se que todo pasó demasiado rápido. Salí corriendo de la cabina, y crucé la calle. Fue un milagro que no me atropellara ningún coche. Solo se que corrí tan rápido como pude.
Me metí en una gran tienda que había cerca de mi oficina. Escondida entre dos grandes perchas vi a L seguir calle abajo buscándome.
Salí corriendo de la tienda para llegar a mi oficina, no sin antes chocarme con un chico que me sonaba de algo. Me disculpé, no sin antes quedarme parada con la boca abierta admirando su belleza. Estúpida, pensé, no sales de una y ya quieres meterte en otra. Después proseguí mi camino hasta la oficina, cuando llegué, gran parte de mis compañeros se me quedaron mirando.
Dos chicas con las que mantenía una relación cordial en el trabajo se acercaron preocupadas a mi. Yo les conté un breve resumen de lo que había pasado, y ellas me acompañaron a la calle a parar un taxi para que me pudiera ir a casa.
Media hora después, entraba por el portal de casa medio sollozando cuando me choqué con alguien. Como no, todo lo que llevaba en mis manos, incluido el contenido de mi bolso se desparramó por el suelo. Me agaché rápidamente a coger todo, y ese alguien que chocó conmigo se agachó a ayudarme.
-Disculpa- Dijo entre risas.
Al levantar la mirada comprobé, como no, que el adonis que se chocó conmigo cuando escapaba de L era mi nuevo vecino.
-No pasa nada- , dije mientras terminaba de recoger todas mis cosas del suelo y me ponía de pie.
Y salí corriendo escaleras arriba...