lunes, 23 de septiembre de 2013

PARTE 135.PENA, SORPRESA Y HORROR



...Ahí estaba L, mirándome con una mirada desconocida para mi. No pude identificar lo que sus ojos escondían hasta pasados unos segundos. Entonces caí en la cuenta. En sus ojos había pena, sorpresa y horror.

Pena, por darse cuenta de lo mal que me encontraba, sorpresa y horror por lo escuálida y la mala pinta que yo tenía.

No supe cómo reaccionar, solo se que todo pasó demasiado rápido. Salí corriendo de la cabina, y crucé la calle. Fue un milagro que no me atropellara ningún coche. Solo se que corrí tan rápido como pude.

Me metí en una gran tienda que había cerca de mi oficina. Escondida entre dos grandes perchas vi a L seguir calle abajo buscándome.

Salí corriendo de la tienda para llegar a mi oficina, no sin antes chocarme con un chico que me sonaba de algo. Me disculpé, no sin antes quedarme parada con la boca abierta admirando su belleza. Estúpida, pensé, no sales de una y ya quieres meterte en otra. Después proseguí mi camino hasta la oficina, cuando llegué, gran parte de mis compañeros se me quedaron mirando.

Dos chicas con las que mantenía una relación cordial en el trabajo se acercaron preocupadas a mi. Yo les conté un breve resumen de lo que había pasado, y ellas me acompañaron a la calle a parar un taxi para que me pudiera ir a casa.

Media hora después, entraba por el portal de casa medio sollozando cuando me choqué con alguien. Como no, todo lo que llevaba en mis manos, incluido el contenido de mi bolso se desparramó por el suelo. Me agaché rápidamente a coger todo, y ese alguien que chocó conmigo se agachó a ayudarme.

-Disculpa- Dijo entre risas.

Al levantar la mirada comprobé, como no, que el adonis que se chocó conmigo cuando escapaba de L era mi nuevo vecino.

-No pasa nada- , dije mientras terminaba de recoger todas mis cosas del suelo y me ponía de pie.

Y salí corriendo escaleras arriba...

PARTE134.M...¿ERES TU?






...Salí corriendo de la cafetería y corrí a una cabina (como no, me había olvidado el móvil en casa), y marqué el numero de móvil de L. Sabía lo que tenía que decirle para que volviera conmigo, para que no se alejara del todo de mi. Para que volviera a mi lado.

Después de sonar tres veces la señal, una voz masculina que conocía demasiado bien respondió. La voz de L sonaba igual que siempre, incluso más sexy de lo normal.

-¿Hola? ¿Quién es?

-...

-¿M... Eres tú?

Me quedé petrificada, agarrada al teléfono, mientras las lágrimas comenzaban a descender por mis mejillas.

Dejé escapar un sollozo involuntario que me quemaba la garganta. -Oh no... M...

En ese momento sonó por la línea la voz de alguien gritando algo de publicidad. L estaba en la calle, el problema era que yo también había escuchado ese mismo sonido en directo. Fue entonces cuando alcé la vista y le vi...

PARTE 133.CHIARA






...Llego a la oficina, que comparto con siete personas más. Son algo así como la única vida social que tengo.

Me dedico a realizar mi trabajo sin entablar mucha conversación con el resto de la gente que me rodea. A la hora de comer bajo a una cafetería cercana a la oficina. Pido un café, y lo bebo sin saborearlo. Espero la media hora restante que queda para volver a la oficina leyendo el periódico a través del iPad.

Hago lo mismo que todos los días: Busco el rastro de L. Cualquier cosa, su nombre. Solo una mención. Algo que me de pie a pensar en él de nuevo. A imaginarme que está pensando en mí. Cualquier cosa posible que me haga sentir en el estómago mariposas.

Estaba tocada, pero no hundida.

Mis amigas y amigos hace tiempo que me dijeron que me olvidara de él. Que no iba a darme la relación que yo necesitaba. Que siempre se terminaba cuando L quería.

Tenían razón, odiaba aceptarlo, pero tenían razón. Estaba enganchada a L como si de una droga se tratase.

Seguía divagando sobre L cuando algo me llamó la atención en la pantalla del iPad. Era la página de cotilleos sobre las fortunas de la ciudad:

"Compromiso de joven heredero neoyorquino con Chiara , enfermera del hospital privado de Massachussets"

Pero que coño?!?!?!
Ahora si, estaba tocada y hundida...

PARTE 132.ESCONDIDA




... Han pasado dos meses. Dos meses desde que me fui. Desde que desaparecí. Desde que ya no estoy ante los ojos de nadie a parte de mis compañeros de trabajo y mi familia. He adelgazado mucho, por lo que ahora parezco una chica debilucha de 22 años que está sola. Mi nuevo piso esta en Brooklyn. Pero lejos de todos. Nadie sabe donde vivo ahora.

Y cuando digo a nadie me refiero a T, L y sus amigos.

L me ha olvidado definitivamente. Su excusa era mantenerme lejos para que no sufriera. Yo tenía la esperanza de que cuando volviera a NY vendría a por mi. Tenía la esperanza de que volveríamos juntos. Pero no ha sido así. Se que él está aquí, en NY. Le he visto en los periódicos locales.

No he visto a T desde aquel día en la azotea. Aquel día en el que me enteré que L estaba con otra.

Pero vayamos por partes. Abro el diario que he estado escribiendo estos meses. Leo la página que escribí el día que estuve con T en la azotea, un texto que había leído en un blog. Lo había escrito ese día . El día que nos despedimos. El día que discutimos y nos echamos respectivamente de nuestras vidas. El texto decía:

"Así mismo es la vida después de una despedida. No sabría explicarme, pero sé que tengo razón. Y pasarán los meses, otoño vestirá de marrón los parques, y la lluvia caerá sobre todas esas veces que nunca lo intentamos; borrará los caminos por donde pasamos, los atajos que cogía para llegar a tu casa antes de que empezase a echarte demasiado en falta. Pasará el tiempo y todo lo demás. Olvidar no sé si olvidaremos, lo único que sé es que, en algún momento, podremos empezar a recordar a alguien como si tú y yo nunca hubiésemos sido nosotros. Será como hacer una mudanza en la que, en lugar de muebles, nos mudamos el uno al otro de nuestras mentes. Y ya no nos doleremos. Ya no"

Así que en lo que a T se refiere no" nos dolemos". Ya no me duele pensar en él. Nos dimos un beso. Un beso buscado por él. Yo no podía. Simplemente no podía. Solo podía pensar en L en ese momento. Así que la discusión que tuvimos fue algo apoteósico.

Pero ahora ya da igual, han pasado dos meses, y ya no me duele pensar en ello.

Me asomo a la ventana y veo pasar a la gente por la calle. "Es hora de ser persona de nuevo", pienso. Entonces me doy la vuelta, me visto y salgo a la calle.