domingo, 18 de enero de 2015

PARTE 151. SE QUE AÚN ESTÁS AHÍ.



...Descolgué el teléfono y esperé a oír su voz.

-M, necesito hablar contigo. Llevo toda la noche y todo el día intentando poner las cosas en orden. He hablado con mi familia y amigos en NY y me han dicho como está la situación.

-...- No dije nada y esperé a que siguiera hablando.

- Chiara está tranquila. Lo único que quería era simplemente estar con alguien con quien pudiera progresar socialmente. Tener dinero y “ser feliz”. No me di cuenta de lo que quería hasta que recibí un mail de alguien desconocido contándome el historial de Chiara. Había empezado a sospechar de ello cuando le presenté a mi entorno. Nunca le propuse matrimonio. Simplemente ella me sacó un día el tema, y yo te había perdido. Me había hecho a la idea pasar una vida triste sin nadie a quien querer a mi lado… Chiara me hacía compañía y podría haber pasado mi vida junto a ella, tratando de sobrevivir en la oscuridad que regía mi vida. Te había perdido a ti, que eras mi luz. Y cuando mis amigos se enteraron del compromiso, intentaron disuadirme. Pero no caí en la cuenta de lo que estaba pasando hasta dos días antes de la boda. Escuché como ella hablaba con una amiga. Escuché como le contaba que no me quería, solo quería mi dinero, y que había encontrado a alguien que podía dárselo, y que encima que yo no estaba nada mal.

-...-Yo seguía en silencio. En ese momento me invadió un sentimiento de odio a Chiara y un sentimiento de pena y culpa que hizo que mis lágrimas comenzaran a caer por mis mejillas, Puse mi cara entre una de mis manos, y con la otra sujeté el teléfono móvil. Dejé de mirar a la calle y miré al suelo, tratando de escuchar a L sin que se diera cuenta de que estaba llorando y de que me estaba rompiendo por dentro. Así que L continuó hablando:

- Decidí no hacer nada, me daba igual lo que ella decía. Pero el día de la boda me di cuenta de que no quería vivir así. Prefería vivir como un ermitaño toda mi vida. Prefería estar solo. Acompañado de mis pensamientos y tu recuerdo. Pensar en ti me ayudó a ser fuerte todos estos meses, todo este tiempo. Así que podría haber seguido así un tiempo más. Te mandé la caja con tus cosas no para echarte definitivamente de mi vida, si no para que te dieras cuenta de que, aunque estuviera siendo un impresentable, seguía pensando en ti, te seguía teniendo presente. Esperaba que vinieras a verme, y lo hiciste, pero te fuiste corriendo y te escapaste de entre mis manos una vez más. Y no quería seguirte porque tenía miedo de que me cerraras la puerta de tu vida en mis narices y no quisieras escucharme. Seguí adelante con todo. Pero me vine a París, para encontrarme de nuevo. Y sobretodo para que me encontraras tú. Sabía que si me querías vendrías a buscarme. Podríamos empezar una nueva vida aquí, o en NY, o en Londres. O incluso podríamos irnos a cualquier ciudad del mundo, a empezar de nuevo, de cero. Si tu me dejas entrar de nuevo en tu vida. Se que aún estás ahí para mi. Por eso has venido a buscarme. Y es por eso por lo que ahora mismo estoy aquí enfrente de ti. Detrás del cristal viendo como la persona a la que quiero y por la que daría mi vida se rompe en pedazos.



En ese momento levanté la mirada del suelo. Y vi a L, detrás del cristal con lágrimas en los ojos. Colgué el teléfono y dejé 5 euros encima de la mesa. Salí caminando del café en el que me encontraba, me acerqué a L y le di un abrazo. Me quedé colgando de él por lo que a mi me parecieron horas. Lloré en su pecho desconsoladamente, no me di cuenta siquiera del momento en el que el paró un taxi, me metió dentro y me llevó a su casa…