...Descolgué el teléfono y esperé a oír
su voz.
-M, necesito hablar contigo. Llevo toda
la noche y todo el día intentando poner las cosas en orden. He
hablado con mi familia y amigos en NY y me han dicho como está la
situación.
-...- No dije nada y esperé a que
siguiera hablando.
- Chiara está tranquila. Lo único que
quería era simplemente estar con alguien con quien pudiera progresar
socialmente. Tener dinero y “ser feliz”. No me di cuenta de lo
que quería hasta que recibí un mail de alguien desconocido
contándome el historial de Chiara. Había empezado a sospechar de
ello cuando le presenté a mi entorno. Nunca le propuse matrimonio.
Simplemente ella me sacó un día el tema, y yo te había perdido. Me había hecho a la idea pasar una vida triste sin nadie
a quien querer a mi lado… Chiara me hacía compañía y podría haber
pasado mi vida junto a ella, tratando de sobrevivir en la oscuridad
que regía mi vida. Te había perdido a ti, que eras mi luz. Y cuando
mis amigos se enteraron del compromiso, intentaron disuadirme. Pero
no caí en la cuenta de lo que estaba pasando hasta dos días antes de la boda.
Escuché como ella hablaba con una amiga. Escuché como le contaba
que no me quería, solo quería mi dinero, y que había encontrado a
alguien que podía dárselo, y que encima que yo no estaba nada mal.
-...-Yo seguía en silencio. En ese
momento me invadió un sentimiento de odio a Chiara y un sentimiento
de pena y culpa que hizo que mis lágrimas comenzaran a caer por mis
mejillas, Puse mi cara entre una de mis manos, y con la otra sujeté
el teléfono móvil. Dejé de mirar a la calle y miré al suelo,
tratando de escuchar a L sin que se diera cuenta de que estaba
llorando y de que me estaba rompiendo por dentro. Así que L continuó
hablando:
- Decidí no hacer nada, me daba igual
lo que ella decía. Pero el día de la boda me di cuenta de que no
quería vivir así. Prefería vivir como un ermitaño toda mi vida.
Prefería estar solo. Acompañado de mis pensamientos y tu recuerdo.
Pensar en ti me ayudó a ser fuerte todos estos meses, todo este
tiempo. Así que podría haber seguido así un tiempo más. Te mandé
la caja con tus cosas no para echarte definitivamente de mi vida, si
no para que te dieras cuenta de que, aunque estuviera siendo un
impresentable, seguía pensando en ti, te seguía teniendo presente.
Esperaba que vinieras a verme, y lo hiciste, pero te fuiste corriendo
y te escapaste de entre mis manos una vez más. Y no quería seguirte
porque tenía miedo de que me cerraras la puerta de tu vida en mis
narices y no quisieras escucharme. Seguí adelante con todo. Pero me
vine a París, para encontrarme de nuevo. Y sobretodo para que me
encontraras tú. Sabía que si me querías vendrías a buscarme.
Podríamos empezar una nueva vida aquí, o en NY, o en Londres. O
incluso podríamos irnos a cualquier ciudad del mundo, a empezar de
nuevo, de cero. Si tu me dejas entrar de nuevo en tu vida. Se que
aún estás ahí para mi. Por eso has venido a buscarme. Y es por
eso por lo que ahora mismo estoy aquí enfrente de ti. Detrás del
cristal viendo como la persona a la que quiero y por la que daría mi
vida se rompe en pedazos.
En ese momento levanté la mirada del
suelo. Y vi a L, detrás del cristal con lágrimas en los ojos.
Colgué el teléfono y dejé 5 euros encima de la mesa. Salí
caminando del café en el que me encontraba, me acerqué a L y le di
un abrazo. Me quedé colgando de él por lo que a mi me parecieron
horas. Lloré en su pecho desconsoladamente, no me di cuenta siquiera
del momento en el que el paró un taxi, me metió dentro y me llevó
a su casa…