viernes, 14 de junio de 2013

PARTE 131.AZOTEA



... Al día siguiente, me levanté del colchón que había tirado en el salón, tomé una aspirina y deshice las maletas. Colgué toda la ropa y monté alguno de los muebles. Quería pintar de blanco las paredes, pero ya tendría tiempo para hacerlo.

Me puse un vestido de flores y unas sandalias planas muy cómodas. Saqué de la maleta las gafas de sol de L. Tendría que devolvérselas, pensé. Pero me las puse y salí a la calle.

Antes de quedar con T, fui a hacer una copia de la llave.

Media hora más tarde, los dos estábamos comiendo en un pequeño brunch cerca de Central Park.

Hablamos de todo un poco, de exámenes, del futuro (a T le habían contratado en una empresa muy parecida a la mía), pero en cuanto T habló de L, miré para otro lado.

-M, vas a tener que explicarme que ha pasado con L. No voy a intentar nada contigo, no puedo luchar más por ti. Así que seremos amigos. Lo prometo. Pero quiero ayudarte, y hace un mes te ibas de NY, enamoradísima de L, y ahora llegas a NY, tu sola, y no vas a casa de L, sino que alquilas un piso. Te hablo de L y cambias de tema, o miras para otro lado, y tus ojos pierden ese brillo que siempre tenían, y dejan de ser los dos zafiros que tanto me gustan.

Miré a T de nuevo. Tenía que contárselo, pero no me apetecía nada.

-Vamos a mi casa anda, me tienes que ayudar con algunos muebles. -Dije.

T pagó la cuenta y caminamos hasta mi casa.

Cuando llegamos, le pregunté por la azotea. Al alquilar el piso no sabía nada de su existencia. T me acompañó hasta la ventana del salón.

-Sube por la escalera de incendios. Ya verás.

T me acompañó por la escalera de incendios, él subió primero para ayudarme. Y cuando llegué arriba, vi algo que me encantó. Se veían las demás azoteas de alrededor mío, y allí a lo lejos, el Empire State.

-Esto es perfecto.

En la azotea había una mesa con varias sillas.

-Siéntate,- dije.- Te lo voy a contar todo...

jueves, 13 de junio de 2013

PARTE 130.LIBRETA





...Me desperté en el colchón que minutos antes había intentado subir por las escaleras. Abrí los ojos y busqué a T. Creía que era un sueño. Hice el amago de levantarme pero un dolor en la cabeza hizo que me volviera a tumbar.

-Estrenando bien las escaleras de tu nueva casa , ¿eh?

-¿Cómo sabías que llegaba hoy? -Pregunté.

-Tu casera es la madre de una amiga de mi clase. Como habló contigo por skype, sabía quien eras y me contó que ibas a llegar hoy, te conocía de la última vez que viniste.

-¿Cómo conseguiste subirlo? -Pregunté, dando un golpecito con la mano en el colchón.

-Pues llamé a dos amigos es que eres una bruta, ¿cómo se te ocurre? Tu sola tratando de subir un colchón de 2x2. Me tendrías que haber llamado.

-No quería que supieras que había llegado- le dije a T en un suspiro.

T me miró, y noté una expresión de duda y miedo en sus ojos.

-Ya te contaré mas tarde, ahora solo quiero dormir.

-Ha venido un amigo que es médico. No tienes herida. El golpe no ha sido muy fuerte. Te has desmayado del calor, de la impresión y del cansancio. Nada más. Ahora duerme. Mañana vendré a recogerte y tomaremos el brunch por ahí. Tienes muchas cosas que contarme, me parece a mi.

-Mañana, si.

-Te he traído un regalito para tu casa. -Y sacó una diario en blanco. Un regalo muy cutre, pero viniendo de T, era todo un regalazo.- Para que apuntes todo lo que te pasa en NY.

Me reí internamente, me había dado la libreta como si fuera un detalle sin importancia, pero ambos sabíamos que era importante, T me había enseñado en su día que apuntar las cosas en el diario ayudaba a "pasar página".

-Gracias, -le dije.

-Mañana te paso a buscar sobre las 12. Y no subas con ese mareo a la azotea anda.

¿Azotea? Pero cuando miré hacia la puerta, pero T ya no estaba...

PARTE 129.ESCALERAS




...Quince días más tarde, estaba en NY de Nuevo. Había alquilado un apartamento, más pequeño que el de Paris. Estaba cerca de casa de L y no muy lejos de la de T. Mi casa estaba justo en medio de ambas. Tenia muy buen olfato para estas cosas...

Esta vez me bajé del vuelo, y no tenía nadie a quien llamar. Ni quería ver a T aún. Necesitaba tiempo.

Había pensado en L durante todo el viaje. No sabía que hacer, quedaban 4 meses para que empezara a trabajar, pero quería ir pasar ese tiempo en NY. Mandé al taxista a la dirección que había apuntado en mi libreta de direcciones. Y llamé por teléfono a la chica que me alquilaba la casa.

Cuando me bajé del taxi, ella estaba allí esperándome. Me dijo unas cuantas cosas sobre la casa, y me dio las llaves.

Subí las escaleras, el loft estaba en el último piso, un cuarto. No tenía ascensor, pero por ese precio, no podía quejarme.

Al abrir la puerta me quedé maravillada, la luz del día inundaba todo el loft. Era pequeño, muy pequeño, pero una vez limpio y decorado, sería perfecto para mi.

Tenía un cuarto principal, con un baño (con bañera!!) y una pequeña cocina. El salón tenía una gran ventana, muy cerca de ella, unas pequeñas escaleras que daban a una altura donde estaba la cama.

El alquiler era más bajo que el de Londres, así que estaba muy contenta.

Dejé las maletas, y salí a comprar algunos muebles. Cambié en mi móvil la tarjeta para poder utilizarla en NY.

Compré un perchero para la ropa, encargué una cama grande, una gran estantería y algunos accesorios de cocina.

Cuando llegué a casa, subí todo lo que pude, pero no era lo suficientemente fuerte para subir la cama, ya que dos trabajadores de la tienda me la habían dejado en el portal.

Necesitaba a alguien que me ayudara con las cosas, pero la única persona que conocía en NY a parte de la familia y amigos de L, era a T. Pero no quería llamarle aún. Tenía unas ganas enormes de verlo, pero tenía miedo a contarle todo lo que había pasado.

Así que subí las escaleras y terminé de subir todo, menos la cama.

Llevaba puesto unos vaqueros muy apretados que me sentaban muy bien, una camiseta corta, que dejaba al aire mi ombligo, y unos playeros que L me había regalado.

Cuando intenté coger el colchón, pude subirlo hasta el sexto escalón, pero no pude más, lo encajé en la escalera de manera que pudiera dejarlo un momento ahí. Fue entonces cuando escuché a alguien decir mi nombre desde la puerta, T estaba allí. Del susto, tiré del colchón, que rodó escaleras abajo conmigo, y todo se volvió negro...






miércoles, 12 de junio de 2013

PARTE 128.LO HABÍA LEÍDO



... Volvía a casa de la facultad, el examen me había salido muy muy bien. Pero no, no estaba contenta precisamente.

Me dirigí al banco para ver el estado de mi cuenta. Tenía que ver si me habían ingresado el sueldo. Cual fue mi asombro cuando descubrí cinco mil euros de más en mi cuenta.

-¿Qué es esto? - Le pregunté al oficinista de mi banco.

-Fue una transferencia bancaria ayer por la noche por teléfono.

L pensé. ¿Pero que se creía que era yo? Terminé de hacer todos los recados y me fui muy cabreada a su casa. Encendí el ordenador, y reservé un vuelo para irme a casa, a ver a mi familia. También saqué un billete de avión a NY para dentro de quince días.

Subí las escaleras, abrí las dos maletas que tenía en casa y metí todas mis cosas. Me llevé algunas de L, como su gabardina, y unos vaqueros de Levis desgastados.

Marqué el numéro de Danielle, tenía un amigo que trabajaba en una empresa de envíos de paquetes. A la media hora de colgar, se presentaron Danielle y un amigo, empaquetaron todas mis cosas, las metieron en cajas de cartón, y se fueron.

Mis diarios seguían en la estantería. No los quería mover de allí, pero los cogí todos, y los metí en la maleta.

Resultado: dos maletas, cuatro bolsas y un corazón roto.

Recorrí la casa mirando a ver si me dejaba algo. En su mesita de noche, había un cajón medio abierto. Cuando lo abrí, me quedé fría al ver que era uno de mis diarios. ¡L los había leído! Tenía un marcador puesto en la hoja en la que yo hablaba de la enfermedad de un familiar. La cosa fue que mi tío enfermó y mi familia no pudo pagar los costes de un caro tratamiento en EEUU. La enfermedad se lo llevó muy pronto. Había sido el peor mal trago de mi vida.

Al reeler la página del diario, lo entendí todo. "No podría volver a pasar por eso en mi vida. No podría si quiera ayudar y apoyar a mi mejor amigo. No podría ver como la vida de alguien se escapa de las manos y no poder hacer nada. Antes me moriría"

... L lo había leído. Se había dado cuenta de todo por lo que yo había pasado. Se había dado cuenta de que me haría mucho daño el irme con él. Pero no era sí. Había escrito esa página del diario un año antes de irme a París: Había pasado mucho tiempo desde entonces, y yo había madurado mucho.

L me había hechado de su vida para protegerme, porque me quería, marqué su número. Pero colgó el teléfono.

Me ceñí al plan. Me iría a España, a casa, ya tendría tiempo para pensar qué hacer...


martes, 11 de junio de 2013

PARTE 127.UNA ULTIMA CARTA



...Llegué a casa de L. Mi (hasta ahora) casa. Subí las escaleras, entré en nuestro cuarto, cogí mi pijama. Y antes de salir y cerrar la puerta eché un vistazo a las cosas de L. Sabía que no volvería a ver esa estampa nunca más.

Esa noche me fui al cuarto donde yo solía dormir cuando llegué a esa casa a cuidar de él. Cerré la puerta y me metí en la cama. Una vez debajo de las sabanas lloré. Pero sorprendentemente no lloré mucho. Me estaba acostumbrando a que me rompieran en mil pedazos. Me reí internamente.

...

A la mañana siguiente, me desperté con un dolor que me destruía por dentro. Presentía que algo había cambiado. Y así fue. Cuando entré al cuarto de L pude ver que la mayor parte de sus cosas no estaban, y sus maletas no estaban en su sitio.

Encima de la cama había un sobre. Era un sobre de color blanco, con sus iniciales marcadas en azul marino.

"Para M", decía. La última carta, pensé yo.

Con los ojos mojados en lágrimas, cogí la carta, bajé al salón y me senté en el sofá. La abrí, pero no tuve valor para sacar la hoja que contenía. No necesitaba explicaciones de ningún tipo. No era nada para él.

Deje la carta encima de la repisa de la chimenea. Subí al piso de arriba, me di una ducha, y comencé a repasar mi último examen.

Lo único que podía hacer ahora era luchar por mi misma. Y tendría tiempo al día siguiente de afrontar los problemas que acababan de volver a mi vida...

PARTE 126.¿EL MOMENTO PERFECTO?



... ¿Qué estaba pasando? No podía entender nada. L y yo estábamos bien. Muy bien. No podía entender porqué me echaba así de su vida. Y más en este momento. En el que lo que más necesitaba era un apoyo.

-L... ¿porqué no puedo ir contigo?

L miró su teléfono móvil.

-M, tengo hacer una llamada, vuelvo en cinco minutos.

Y L salió fuera. Esta vez, raro para mi, no lloré. Estaba en estado de shock. Me había imaginado que L me iba a decir  cualquier cosa menos eso. Cuando regresó después de hacer la llamada, se sentó más lejos de mi que antes.  Me miró a los ojos, pero apartó rápido la mirada. Miró hacia su vaso, y comenzó a darle vueltas.

-M, tengo que ir solo. Y tu no puedes venir, tienes que seguir con tu vida.- Y volvió a mirarme a los ojos, pero volvió a quitar la mirada.

-Pero, ¿qué he hecho? No lo entiendo. -Dije.

-No has hecho nada. Es una decisión que he tomado. Me he dado cuenta de que no te quiero como antes. Y tenía que terminar con esto. Y he encontrado el momento perfecto.

Los labios de L decían una cosa, pero sus ojos decían otra cosa completamente diferente. En la cena habíamos hablado del pasado, de nuestro pasado juntos, y L me quería. Más que antes, eso era seguro.

-No te creo. -Dije.

-Puedes quedarte en casa el tiempo que quieras, cuando yo vuelva a recogerlo todo habrá pasado mucho tiempo.

-Estás intentando hacerme daño, para que sea más fácil para mi olvidarme de ti. Pero no lo vas a conseguir.

La cara de L se descompuso. Pero de repente, hizo algo que nunca había hecho hasta ese momento.

-M, ¡quiero que me dejes en paz! ¡Quiero estar solo! Vete de  mi vida. Te ofrezco mi casa hasta que tengas de irte a NY. No hay nada más que explicar.- Me gritó L.

Me quedé pálida. Mirando para él. Dandome cuenta de lo poco que le conocía.

Saqué la cartera, dejé veinte libras en la mesa y dije:

-Para las copas.

Y me fui. Salí corriendo del bar. No miré atrás. La lluvia era más fuerte que antes. Tenía puesta la gabardina de L. Me dio igual. En aquel momento mi perfecto (mejor dicho casi perfecto)  mundo se había roto en pedazos. Otra vez.

Me paré en seco en mitad de la calle. Miré atrás. Miré al frente. Tenía que ser fuerte, ya había aprendido que debajo del roto del papel en blanco que era mi vida, solo me esperaban brillantes constelaciones de colores.

Vamos, o al menos eso creía...


lunes, 10 de junio de 2013

PARTE 125.¿QUÉ PASA?

... Salimos del restaurante y nos pusimos a caminar. Ninguno de los dos dijimos nada. Yo esperaba a que L hablara.

-Cojamos un taxi, - dije. - Está lloviendo mucho.

-No, -dijo,- tengo que enseñarte algo.

Los dos seguimos en silencio, L se quitó su gabardina y me tapó con ella. Estaba calada hasta los huesos. Y tenía miedo, mucho miedo, al no saber que me esperaba al final del camino.

Caminamos durante 15 minutos, hasta que llegamos al bar al que L y yo siempre íbamos.

-L. ¿Qué está pasando?

-Necesito que nos sentemos, tomemos una copa.

-Pero que está pasando, es lo único que quiero saber. L. Dime que pasa.

L se levantó a la barra, habló con Joe, el camarero, y éste le dio una carpeta negra.

La abrí, y estaba llena de papeles de hospital.

Me asusté, y le miré con cara de horror. A L se le llenaron los ojos de lágrimas.

-M, me tengo que ir un tiempo, a Massachusetts, con mis padres. Se trata de mi madre, está mala, muy mala, y me necesitan allí.

-Oh L! Te acompañaré, terminaremos pasado mañana nuestro último examen. Iré contigo. Estaré a tu lado. -Comencé a llorar del agobio que se apoderó de mi cuerpo. -Vamos a casa.

-No M. Voy a ir solo a EEUU...


jueves, 6 de junio de 2013

PARTE 124.ELECTRICIDAD



... Había pasado una semana desde la llegada de L, y le notaba un poco distante. Solíamos pasar todo el día estudiando, nos quedaban 3 exámenes. Y seríamos libres. Libre para desconectar, dejar lejos Londres y viajar. Yo estaba trabajando en una pequeña empresa, en la parte de imagen, y eso me quitaba muchísimo tiempo para estudiar y para L. Pero aún así me permitía conseguir un poco de dinero para pagarme el viaje de verano.

Estábamos sentados en nuestro restaurante marroquí favorito comiendo cuscús con las manos, tal como T me había enseñado mucho tiempo atrás, después de un viaje que había hecho a Marruecos.

Estábamos hablando de todo, pero L estaba callado, mirándome a los labios mientras yo hablaba. Algo pasaba, pero no sabía el que. Ni siquiera lo intuía. Yo estaba contando algo gracioso pero el solo podía mirarme a los labios

Entonces L dijo:

-¿Recuerdas una tarde lluvia que pasamos juntos?

-No- Respondí.

-Fue antes de que me dieras tu primer beso. Estábamos tomando un cafe en la Rue Rivoli, cerca de casa. Habíamos coincidido en la panadería, y te invité a merendar, mas bien a hacer merienda cena. Me acuerdo que fue la primera vez que te vi sonreír. Tenías una de esas sonrisas que se ven pocas veces a lo largo de la vida, una o dos veces a lo sumo- L se quedó callado y clavó sus ojos en mi. L prosiguió: -Era una tarde lluviosa ¿eh?

-Si, ahora recuerdo, de tormenta. Estaba asustada. Estaba en casa asustada, no tenía a nadie en París a quien llamar.  Tenía miedo. Cuando después volvimos a casa, entré en la mía y al encender una lámpara me dio un calambre. - Me reí recordando esa escena.- Tu, como buen caballero, corriste a mi auxilio y te sentaste conmigo en el sofá hasta que la tormenta pasó, para que el miedo se fuera lejos de mi.

-Ni siquiera te quejaste, fuiste muy valiente.

-No, en ese momento te temía más a ti que a la electricidad. Eras el hombre solitario recién llegado desde sabe Dios que confín del mundo, que había venido para acompañarme en las tormentas.

L sonrió y volvió a ser de repente el mismo. Mis miedos se esfumaron.

-Salgamos de aquí,- me dijo.

L pagó la cuenta y volvimos a casa dando un largo paseo. Me abrazó fuerte y me besó la frente.

-Tengo algo que contarte.

Y entonces, un rayo cruzó el cielo, y comenzó a llover...